jueves, 22 de noviembre de 2007

La Historia de las Palabras

defensa

Antiguamente —y aun hoy en muchos países— los organismos oficiales encargados de asuntos militares eran llamados Ministerio de Guerra, un nombre que aludía exactamente a la función que cumplían: hacer la guerra o prepararse para ella. Sin embargo, con el paso del tiempo, los gobernantes fueron comprendiendo que la guerra suele ser una empresa que da poco prestigio y que quienes se defienden de ella se granjean más simpatía por parte del público y de la prensa. Así, los ministerios pasaron a llamarse, simpáticamente, ‘de Defensa’, así como las asignaciones presupuestarias se llamaron ‘gastos de Defensa’, aunque estuvieran destinadas a atacar a otros países. En efecto, mientras hoy se entiende que hacer la guerra es una tarea menos noble que lo que se creía algunos siglos atrás, las invocaciones a la ‘defensa nacional’ todavía despiertan sentimientos patrióticos. Algún ingenuo podría pensar que si todos se defienden, nadie hará la guerra, pero los hechos no confirman esa suposición.
Defensa se formó en latín a partir del verbo latino defendo, -ere, que se derivaba, a su vez, del verbo arcaico fendo, -ere (incitar, estimular, golpear), que ya no era usado en la época clásica. A este verbo se antepuso el prefijo de-, que en este caso significa ‘rechazar’, ‘repeler’, para formar defendere (rechazar a un enemigo, proteger o protegerse). Si a fendere se antepone el prefijo ob- (hacia delante, con el sentido de oposición), éste se convierte en of- (por estar antes de f), y se forma offendere (chocar con algo, golpear algo, disgustar a alguien), de donde se derivó nuestro verbo ofender.

No hay comentarios: